
Vivimos en un esquema de racionalidad instrumental donde los procesos y acciones que ejecutamos son siempre, o casi siempre, medios para alcanzar fines. Vivimos con la perversa idea de que podemos comprender, explicar, predecir y controlar la vida y es por eso que vemos la muerte como algo terrible, porque no hemos sabido vivir.
Los seres humanos que alcanzan la elevada altura de conciencia post convencional, como Orlando Zapata y Guillermo Fariñas, viven con sus dichas y alegrías, virtudes y defectos, como todos nosotros, pero poseen una fibra muy diferente a la nuestra y aprenden a vivir en armonía con su conciencia. No perciben la muerte como el final de todo. Por otro lado, resisten la adversidad de una manera única y pregonan, no una ideología, más bien un himno universal a la dignidad y hermandad humanas. Las huelgas de Orlando y Guillermo han sido su voluntario sacrificio para lograr que en el mundo se conozca que en Cuba hay presos de conciencia.
En estos días, en que los medios comunicación de todo el mundo informan sobre estos hechos, percibo, por un lado, el valor y la autenticidad de dos almas excelsas, y por otro, sarcasmos, dudas y silencios: silencios reverentes, silencios cómplices, y hasta silencios cínicos.
(Evelio Yero)